Entre temperaturas frescas y copos de nieve arribamos a Galve. Buscando el calor no solo de chimeneas sino también de abrazos, encuentros y reencuentros, el calor de espacios seguros en los que compartir desde lo personal, pasando por el filtro colectivo y extrayendo ideas, aprendizajes y fuerzas para volver a nuestras cotidianeidades. Y aprendimos. Y nos sostuvimos.
Compartimos propuestas de otros lugares que nos sirven de excusa para plantear ¿quién y cómo nos alimentará? propuestas que nos hacen cambiar la pregunta y formular ¿Cómo nos alimentaremos? Que no hay recetas, sino ideas y claves que sí o sí será necesario adaptar a nuestra realidad territorial. Reafirmamos que tierra y territorio no son solo el decorado, son lugares en los que habitamos, sentimos y enraizamos, con diversidades y riquezas, con retos, encuentros y desencuentros, con la tensión de navegar contracorriente y el reto de seguir construyendo desde lo comunitario. Confluimos en que es necesario no dejar de mirar desde dónde y con quiénes sí y quiénes no construimos.
Vimos cómo en el rural hay personas muy sabias no solo en el cuidado de la tierra, sino en otras áreas y que, al igual que sucede con lo agrícola, que sus saberes sean reconocidos es una pelea constante. Lo esencial de lo micro, de cribar para quedarse con lo más valioso, lo que más aporta, que a veces es muy pequeño. La importancia de contar con espacios en los que dialogar y compartir saberes donde la transmisión venga de quienes aman la tierra (y las piedras). Espacios seguros en los que compartir impresiones, dudas y propuestas que aporten debate, aunque a veces nos pueda costar encontrar los acuerdos. Asumimos que el conflicto es parte del camino y del aprendizaje, pero que avanzamos cuando generamos vínculos y nos miramos a los ojos.
Sentimos la fuerza del colectivo en sostener, en dar calor. La belleza de la polifonía. Convivimos desde el debate, la risa, el abrazo, el juego ¡qué bonito es jugar juntas! e incluso compartimos el brillo de unos ojos que ven nevar por primera vez. Y con todo eso nos llevamos mucho mucho calorcito para seguir caminando y para seguir sosteniendo(nos).